miércoles, 4 de septiembre de 2024
El naufragio del Bom Jesus, la carraca portuguesa perdida con colmillos de elefante
Detectado en 2008, el Bom Jesus, una carraca portuguesa cargada de colmillos de elefante fue denominada por los medios como "el naufragio de los diamantes" debido a la fascinanción del descubrimiento y porque en el lugar, donde encalló era un área tan abundante en estas piedras preciosas que se afirma recogiéndolas de la arena, se podría llenar con ellas una taza en apenas diez minutos. La carraca fue hundida en 1533 por una tempestad cerca de la costa desértica de Namibia, allí donde se dice que sus costas eran abundantes en piedras preciosas. Pero, qué hacía ahí la nave lusa, según los yacimientos donde reposan sus restos, en el Bom Jesus participaron en una explotación de De Beers, es decir, una firma mundial de diamantes, la más reconocida, participó además el país africano con las compañias estatales Namdeb Holdings y Debmarine Namibia, por tanto, los lusos transportaban en su momento bienes precisosos, más precisamente oro y cobre. No obstante en la actualidad a nadie se le ocurriria repetir tal hazaña, ya que hay razones para no repetir este viaje de aquella época. Resulta que actualmente las autoridades de ese país han levantado muros, instalado cámaras, y han vigilado celosamente la zona para aquellos curisosos o oportunistas a fin del botin del naufragio. Sin embargo no es solo el lujo lo que vale dentro de esta nave nodriza sino también este navío que era integrante de la Flota de Indias lusa transportaba un tesoro informativo. No lo sabían sus tripulantes. Tampoco se reparó en ello durante el redescubrimiento científico.
No fue hasta 2020 cuando una investigación academica advirtió, por fin de esos datos inestimables ya que antes la atención estuvo puesta bajo la superficialidad o avaricia del tesoro: monedas de oro, lingotes de cobre y todo el marfil acarreado en su bodega. Que a decir verdad este barco más parecía un camión flotante que cualquier otra cosa, probablemente por la modificaciones comunes en la época para grandes cargas.
En imagenes las costas namibias, son desoladas y muchas veces cementerio de naves.
El 7 de marzo de 1533 había sido un día grandioso en Lisboa. El Bom Jesus, al mando del capitán don Francisco de Noronha, salió de Lisboa el 7 de marzo de 1533, saliendo del estuario del río Tajo con destino a la India Occidental, incluido en la flota de don João Pereira. Esta flota anual empleada en la Carreira da Índia estaba compuesta por siete barcos, el Santa Bárbara (La capitana) capitán Lourenço de Paiva, el Santa Clara (Capitán Diogo Brandão), el Cirne (Capitán Don Gonçalo Coutinho), el São Bartolomeu (Capitán Nuno Furtado de Mendonça), el São Roque (Capitán Simão da Veiga) y por último pero no menos importante el Bom Jesus, protagonista de esta historía. A bordo de este último barco, propiedad personal del rey Juan III, se encontraban a bordo 300 personas, entre tripulantes, esclavos, sacerdotes, comerciantes y miembros de la nobleza. A bordo se encontraban abundantes suministros navales, mercancías de todo tipo destinadas a la venta o al intercambio y 1845 lingotes de cobre que llevaban la marca de la compañía Fugger -Thurzo de la ciudad libre del Imperio (Freie Reichstadt) de Augsburgo, Alemania. El convoy tenía la proa puesta en el meollo de la prosperidad asombrosa del pequeño reino portugués; los exóticos mercados de las especias repartidos por el arco afroasiático del Océano Índico. Durante el viaje a la India el barco, por motivos desconocidos, naufragó en la costa de los Esqueletos de Namibia, cerca de la actual Oranjemund. Si bien no se conocen muchos detalles, era pleno invierno en el hemisferio austral por donde navegaba el Bom Jesus. Allí, las borrascas de la temporada fría pueden alcanzar vientos de hasta setenta nudos. Poder suficiente para hacer un mar ingobernable, y las costas de aquel paí son celebres por esto mismo.
Costa de los esqueletos. Buscar refugio en estas duras condiciones resultaría verdaderamente utópico si tenemos en cuenta la inmensidad desoladas de las costas y más en medio de dunas incesantes y un sol abrasador. La carraca mientras asentaba en el fondo, el cofre de monedas de oro depositado en el camarote del capitán cayó al fondo, quedando cubierto por algunos escombros. No se conoce de supervivientes. En abril de 2008, un geólogo de la mina de diamantes creyó haber encontrado una piedra curiosamente semiesférica en el sector U-60. Al desenterrarla y limpiarla, resultó ser un lingote de cobre, estampado con el tridente característico de los Fugger. Durante los trabajos, una topadora sacó a la luz tuberías, monedas de oro, trozos de metal y madera. Inmediatamente llamaron al arqueólogo namibio Dieter Noli, quien en la primera prospección encontró un mosquete y algunos colmillos de elefante. La importancia del sitio fue inmediatamente reconocida por la administración minera y el gobierno de Namibia, y Dieter Noli invitó a su colega holandés / sudafricano Bruno Werz a ayudar en las excavaciones. Un equipo de arqueólogos portugueses compuesto por Francisco Alves y Miguel Aleluia se unió a ellos más tarde en el estudio de los restos del barco. Se encontraron 2.159 monedas de oro puro procedentes de España, Portugal, la República de Venecia, Francia y los Estados musulmanes. Y así los historiadores pudieron fechar el barco entre 1525 y 1538, mientras que el cargamento correspondía al embarcado, Bom Jesus o por su traducción del portugues: Buen Jesus. Se sabe acá que los banqueros alemanes pagaban con esas medias bolas metálicas las compras índicas de especias. Por otro lado, la estabilidad brindada por el cobre acumulado evitó que el barco hundido se dispersase por completo con la acción secular del mar. Una carta fechada el 13 de febrero de 1533 revela que el rey Juan III, que entonces residía en Évora, con el Vedor da Fazenda, el Conde da Castanheira, envió uno de sus caballeros a Sevilla para recoger alrededor de 20.000 cruzados de oro de un grupo de inversores que habían invertido dinero en la flota con destino a la India para comprar especias, pagando por adelantado. Además de los lingotes de cobre y monedas de oro, se recuperaron 109 monedas de plata, 3,5 toneladas de lingotes de estaño y peltre, 67 colmillos de elefante, instrumentos de navegación, 8 cañones de bronce, 14 balas de cañón, 5 anclas, 3 astrolabios, 3 brújulas de navegación, mosquetes, espadas y piezas de madera para barcos. Como curiosidad, y además del descubrimiento moderno se sabe que un raro libro del siglo XVI Memorias Das Armadas, que cataloga sí, el Buen Jesus como un barco perdido.
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