Encuentran agua en misterioso cometa interestelar 3I/ATLAS

El telescopio espacial Neil Gehrels Swift de la NASA logró un descubrimiento excepcional al detectar rastros de agua en el cometa interestelar 3I/ATLAS, un cuerpo celeste que no pertenece al Sistema Solar y que ofrece una ventana única para estudiar los materiales que componen los planetas más allá del Sol. El hallazgo fue posible gracias a la capacidad del observatorio para captar radiación ultravioleta, invisible desde la superficie terrestre. Los astrónomos identificaron gas hidroxilo (OH), una firma química que indica la presencia de agua, mientras el cometa se desplazaba a una gran distancia del Sol. El equipo de la Universidad de Auburn, en Alabama, dirigió el observatorio Swift hacia el cometa y captó un tenue resplandor ultravioleta que confirmó la detección. “Cuando detectamos agua, o incluso su débil eco ultravioleta, OH, proveniente de un cometa interestelar, estamos leyendo una señal de otro sistema planetario. Nos dice que los ingredientes de la química de la vida no son exclusivos de nosotros”, explicó Dennis Bodewits, profesor de física en Auburn.

Imágenes de descubrimiento de 3I/ATLAS del Sistema de Última Alerta de Impacto Terrestre de Asteroides (ATLAS) el 1 de julio de 2025. Por su parte, Zexi Xing, investigador postdoctoral y autor principal del estudio, dijo que cada cometa interestelar observado hasta ahora ya ha sorprendido a la comunidad científica. “Oumuamua era seco, Borisov era rico en monóxido de carbono, y ahora ATLAS está liberando agua a una distancia donde no la esperábamos. Cada uno está reescribiendo lo que creíamos saber sobre cómo se forman los planetas y los cometas alrededor de las estrellas”, afirmó. Los científicos consideran que estudiar 3I/ATLAS permitirá comprender mejor los procesos de formación planetaria fuera del entorno solar. Por su antigüedad estimada, más de siete mil millones de años, el cometa sería una reliquia de las primeras etapas de la galaxia, conservando información sobre las condiciones químicas de un sistema estelar ajeno al nuestro. Este descubrimiento refuerza la hipótesis de que los componentes básicos de la vida podrían ser comunes en distintos rincones del universo.